El Apocalipsis de San Juan, también conocido como el libro de las Revelaciones, es el último libro del Nuevo Testamento y de la Biblia cristiana.
También es conocido como Revelaciones de Jesucristo por el título que al principio se da a este libro y, en algunos círculos protestantes, simplemente como Revelación o Libro de las revelaciones.
Debido a su género literario, es considerado por la mayoría de los académicos el único libro del Nuevo Testamento de carácter exclusivamente profético.
LA CONTROVERSIA
Ningún libro de las Sagradas Escrituras ha sido motivo de tantas controversias y diferencias teológicas como el libro de Apocalipsis o Revelaciones.
Al hojear este libro podemos darnos cuenta del porqué de tales discrepancias. La gran cantidad de imágenes, visiones, números y elementos simbólicos hacen de este libro uno muy singular. Pero no solamente uno singular, sino también difícil de interpretar.
Este libro fue escrito para dar consolación y esperanza a los cristianos que sufrieron una de las más cruentas y encarnizadas persecuciones de la historia de la iglesia cristiana, bajo el emperador Diocleciano.
Pero como palabra inspirada de Dios, este libro ha sido y será siempre de gran consuelo y esperanza para todos los creyentes que viven en un mundo caído donde impera la maldad y la injusticia.
PRETERISTA O FUTURISTA
Algunos intérpretes consideran que este libro solamente se limita a las cosas que sucedieron y vivieron los cristianos bajo la Roma imperial de la última parte del primer siglo.
Este es el llamado “enfoque preterista”. Los preteristas sostienen que este libro no contiene ninguna profecía que anuncia eventos que habrán de suceder en el futuro.
Al otro extremo tenemos a los intérpretes que afirman que Apocalipsis es un libro totalmente futurista. Es decir, todo su contenido habla de eventos que habrán de suceder al final de los tiempos.
El libro de Apocalipsis, podría ser ambas cosas. Nos habla de eventos que vivieron los cristianos del primer siglo, pero también nos muestra lo que ha sucedido a lo largo de toda la historia de la iglesia, hasta aquello que habrá de suceder cuando este sistema existente llegue a su fin.
INTERPRETACIONES DEL APOCALIPSIS
Otro hecho común de algunos ha sido el utilizar este libro como una especie de oráculo para anticipar eventos específicos. Hay quienes han utilizado los números simbólicos de este libro y las imágenes de bestias y monstruos para adelantar fechas y eventos aún por suceder.
A causa de esto muchos han errado en sus predicciones y peor aún, han hecho errar a aquellos que les siguen.
Finalmente están aquellos que entienden que lo mejor es alejarse de este libro y evitar darle mucha importancia por lo complicado de su interpretación y su temática, para muchos atemorizante. Sin embargo, en este libro de Apocalipsis Dios mismo dejó un aviso al inicio y al final del mismo, de que serán bienaventurados aquellos que leen, oyen y guardan las palabras de la profecía de este libro.
MÁS ALLÁ DEL FIN DE LOS TIEMPOS
En ninguna parte de la Biblia encontramos esta insistencia de Dios para que se tome en cuenta un libro, aunque sabemos que toda la Escritura es inspirada y útil para instruir.
Otros le restan importancia al libro de Apocalipsis porque entienden que no es un libro que tenga valor práctico para el cristiano ni para las iglesias.
Nada más lejos de la verdad. Este es un libro repleto de valiosas enseñanzas y principios muy prácticos para la iglesia de Cristo y para cada creyente.
Todos conocemos de algún modo su argumento; pocos lo han leído en su conjunto. Sus imágenes y signos han influido y siguen influyendo de manera decisiva en la cultura de Occidente: basta con citar el Milenio o fin de los tiempos, el Cordero degollado, el Libro de los Siete Sellos…
Muchos hemos oído hablar de las Trompetas del juicio y los Jinetes del Apocalipsis, del Ángel caído (Satanás, Abbadón) con el Dragón y la Mujer.
Siguen siendo misteriosos algunos de sus temas y señales: el Número Sagrado (6.6.6), el Día de la Bestia, Gran Prostituta con la Nueva Jerusalén, las Bodas del Cordero… La capacidad de evocación de estas imágenes es grande, sobre todo en estos tiempos de jubileo y milenio, con signos de guerra y vaticinios del fin del mundo.
EXCLUSIONES DEL APOCALIPSIS
Los libros más estrictamente apocalípticos de la literatura judía (Como el ciclo de Henoc, Jubileos…) fueron excluidos de la Biblia hebrea y cristiana, probablemente por su visión fatalista de la historia.
La canonización de este libro fue muy fortuita, estuvo a nada de no darse, ya que era rechazado fervientemente por personajes históricos como el romano Cayo o el obispo de Alejandría, Dionisio. Incluso hay varios libros apócrifos sobre apocalipsis, ya que no pasaron los estándares eclesiásticos.
Por eso, resulta un “milagro gozoso” que los cristianos hayan escrito y conservado un libro que se titula Apocalipsis, y que se dedica a interpretar el sentido y meta de la historia humana partiendo de Jesús.
APOCALIPTICOS Y PROFETAS
Los apocalípticos se sienten herederos de los profetas, y así lo ha resaltado Juan, el autor de este libro. Ciertamente, hay diferencias entre unos y otros.
Los profetas critican la infidelidad del pueblo israelita, porque quieren transformarlo dentro de la historia; los apocalípticos tienden a pensar que la historia ha perdido su sentido, de manera que Dios debe destruirla, creando un mundo nuevo para justos o creyentes.
Los profetas apelan a la libertad y responsabilidad humana; los apocalípticos prometen la presencia de agentes sobrehumanos (demonios y ángeles) que decidirán el futuro de la humanidad.
Los profetas quieren influir en la obra histórica de Dios y buscan la respuesta fiel de los creyentes; los apocalípticos piensan que la hora final se encuentra decidida de antemano, de manera que los creyentes sólo pueden aguardar el tiempo definido para el juicio y fin del mundo.
A pesar de esas diferencias (más o menos marcadas según los casos), podemos y debemos afirmar que la apocalíptica es hija legítima (aunque no única) de la profecía, de manera que las imágenes y temas de una perduran en la otra.
Los motivos principales de la profecía, encuadrados en las nuevas circunstancias culturales del pueblo israelita, a partir de los siglos III-IV a.C, desembocan en la apocalíptica, que, a pesar de su mayor distancia frente al mundo, sigue empeñada en entender o enriquecer la historia humana, para que los fieles (justos, elegidos) se mantengan firmes en la prueba.
TEXTOS PROMISORIOS
Satanás es arrojado al foso ardiente. En el Día del Juicio Final, que sigue inmediatamente, todos son resucitados y juzgados “según sus obras” (20:12).
Después del Día del Juicio Final, Juan ve una visión de “un nuevo cielo y una nueva tierra,” y una nueva ciudad santa de Jerusalén descendió del cielo (21:1).
La Nueva Jerusalén es una imagen de la perfección resplandeciente, tallada en piedras preciosas e iluminada por la gloria de Dios y Jesús, que están presentes en Jerusalén en lugar de un templo.
A Juan se le ordena que publique la visión que ha recibido: “No selléis las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca” (22:10).
En la conclusión de Apocalipsis, Jesús mismo promete que Dios vendrá pronto para recompensar a los justos y castigar a los malvados.
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