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Libro esotérico

Teilhard de Chardin

Teilhard de Chardin

Teilhard de Chardin, sabio y filósofo francés. Descendiente de una vieja familia aristocrática establecida de antiguo en Auvernia, pasó su infancia en el campo, en la propiedad de sus padres.

Terminados sus estudios secundarios en el colegio de jesuitas de Mongré, cerca de Lyon, entró en el noviciado de la Compañía en Aix-en-Provence.

La promulgación de las leyes de Combes sobre las congregaciones religiosas le obligó a continuar sus estudios en Inglaterra; estudió teología en Jersey y fue ordenado sacerdote en Hastings, en 1905.

Paralelamente a la vocación religiosa, la vocación científica de Teilhard de Chardin se había despertado desde la adolescencia.

Faceta ciéntifica

Llegado a París en 1912, Teilhard de Chardin fue agregado al laboratorio de Paleontología del Museo, bajo la dirección de Marcellin Boule; sus trabajos hasta la Primera Guerra Mundial se consagraron principalmente a los mamíferos del terciario medio e inferior de Europa.  

Incluso en las trincheras de Champagne continuaba sus búsquedas, y sus hallazgos sobre la microfauna de Cernay le dieron el tema para su tesis en la Sorbona.

Titular de la cátedra de geología del Instituto católico desde 1919, se doctoró en ciencias en 1922. Un año después partió a China, donde residiría casi sin interrupción durante más de veinte años.

Tras una pequeña excursión (1923-26) por la Mongolia oriental (Ordos y el desierto de Gobi), Teilhard de Chardin fue nombrado en 1929 consejero del servicio geográfico nacional de China.

Un gran descubrimiento

En 1930 participó en la expedición del Museo de Nueva York al Asia central, y tuvo parte importante en el descubrimiento del “Sinanthropus”.

Desde abril de 1931 a febrero de 1932 acompañó la gran misión transasiática Haardt-Citroën (el famoso “Crucero amarillo”).

Director de las excavaciones de Chukutien, cerca de Pekín, en 1932, partió en 1935 hacia la India septentrional y central con la Yale Cambridge Expedition, y en 1936, 1937 y 1938 realizó incursiones en Java (investigaciones en los depósitos originarios del “Pithecanthropus”).

Teilhard pasó todo el período de la Segunda Guerra Mundial en Pekín y no regresó a Francia hasta 1945.

En 1947 fue nombrado director de investigaciones en la Recherche Nationale Scientiphique y, en 1950, elegido miembro de la Academia de Ciencias.

Establecido en los Estados Unidos a partir de 1951, en calidad de agregado a la Wenner-Gren Foundation, todavía realizó dos expediciones en África del Sur (1951-1953); contaba más de setenta años.

Faceta Religiosa

A lo largo de su vida había publicado numerosos estudios técnicos en revistas especializadas; era un gran cristiano y muy pronto sintió la preocupación de integrar sus descubrimientos dentro de una perspectiva general del “problema humano”, conciliada a la vez con el dogma católico y con las exigencias de la ciencia moderna.

Consignó sus meditaciones en gran número de escritos que seguían inéditos en el momento de su muerte.

En 1955 empezó la publicación póstuma de sus Obras completas, bajo el patronazgo de varias personalidades científicas y filosóficas.

Bibliografía

Los volúmenes aparecidos hasta 1957 -El fenómeno humano (1955), El grupo zoológico humano (1956), La aparición del hombre (1956), La visión del pasado (1957), El medio divino (1957)- suscitaron inquietud en el Vaticano y levantaron vivas oposiciones en ciertos medios teológicos.

Pero al mismo tiempo han conquistado fervorosos partidarios en amplios sectores católicos y no católicos del mundo científico.

Quedan todavía por publicar numerosos volúmenes. Señalemos también la edición de sus Cartas de viaje (1956-57).

Teilhard de Chardin sostuvo un evolucionismo teleológico; a la concepción materialista de Darwin y del positivismo, opuso una cosmología que, pese a admitir el evolucionismo, e incluso extendiéndolo a la realidad espiritual, rechazaba una interpretación puramente mecanicista y materialista del cosmos.

Así expresó su fe en relación con su concepción del universo:

*Creo que el Universo es una Evolución.

Creo que la Evolución va hacia el Espíritu.

*Creo que el Espíritu se realiza en algo personal.

Creo que lo Personal supremo es el Cristo-Universal.

La materia originaria, según él, contiene ya en sí la “conciencia” como elemento organizativo, por el que la evolución se configura como un proceso no puramente mecanicista, sino teológico.

Así, la evolución de la pre-vida (mundo inorgánico) a la vida (“biosfera”) tiende a la producción del mundo del hombre y del pensamiento (“noosfera”), como su culminación.

Pero el hombre no es el punto final. El universo, el hombre y su historia tienden a un “punto omega”: el Cristo cósmico, punto de unión de toda la humanidad (“cristosfera”).

En medio de las visiones pesimistas que se alzaron a lo largo de su siglo, la obra de Teilhard apuesta por la esperanza y la alegría de sentirse hombre.

Libros sobre Teilhard de Chardin

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Esperamos que los disfrutes y te sean de gran ayuda.

Un Abrazo, amable lector.

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