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Libro esotérico

Agustín de Hipona

Agustín de Hipona fue el primer filósofo importante de la era cristiana. 

Fue el obispo de Hippo Regius en Numidia durante los últimos años del Imperio Romano, y su obra más famosa, La ciudad de Dios, describió lo que él creía que era la causa de este declive. 

En sus obras, también abordó cuestiones como el pecado original o el libre albedrío, y sus ideas tendrían un efecto profundo no solo durante su vida, sino también en el desarrollo de la iglesia medieval y, más tarde, en los teólogos de la religión protestante. 

Es reconocido como Santo y Doctor de la Iglesia católica por su contribución a la teología. 

Adolescencia

A los dieciocho años, Agustín tuvo su primera concubina, que le dio un hijo al que pusieron por nombre Adeodato.

Los excesos de ese “piélago de maldades” continuaron y se incrementaron con una afición desmesurada por el teatro y otros espectáculos públicos y la comisión de algunos robos; esta vida le hizo renegar de la religión de su madre.

Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón.

Sus intereses le inclinaban hacia la filosofía, y en este territorio encontró acomodo durante algún tiempo en el escepticismo moderado, doctrina que obviamente no podía satisfacer sus exigencias de verdad.

Su Adultez y el Maniqueísmo

Agustín de Hipona admitiría haber vivido la vida de un “libertino”, incluso engendrando un hijo. 

Es conocido por la cita “Señor, hazme casto, pero todavía no”. 

Desilusionado, acabó rechazando el cristianismo por el estilo de escritura y la crudeza doctrinal de la Biblia, y se volvió a las enseñanzas del profeta persa Mani (216-276 EC). 

El maniqueísmo era una mezcla de budismo, cristianismo, judaísmo y gnosticismo, que preconizaba el dualismo del bien y el mal, donde la humanidad era en parte buena pero también en parte mala. 

Seguiría fiel a esta doctrina durante más de nueve años, hasta que regresó a su ciudad natal para abrir una escuela y luego, finalmente, se iría para enseñar retórica en Cartago.

LA EXPERIENCIA QUE CAMBIÓ SU VIDA

En 383 EC, una vez más se encontraba en una encrucijada, insatisfecho tanto con el maniqueísmo como con la antigua Academia de Platón en Atenas. 

Viajó a Roma, donde consiguió un puesto como profesor municipal de retórica en Milán. 

Según su propia confesión, cuando regresó a Roma, tuvo una experiencia que cambiaría su vida para siempre: escuchó la voz de Dios. Mientras estaba en Milán, conoció al renombrado teólogo obispo Ambrosio, quien había fusionado el cristianismo con las enseñanzas del filósofo ateniense Platón. 

Con una conciencia renovada, Agustín comenzó a estudiar los escritos de Platón y Plotino, lo que lo llevó a interesarse por el neoplatonismo. Utilizaría esta nueva pasión por el neoplatonismo para defender y afirmar la teología cristiana.

LA CIUDAD DE DIOS

Su obra más famosa, La ciudad de Dios, fue escrita después del saqueo de Roma por los visigodos en el 410 EC. 

En esta ciudad de Dios, cada individuo es ciudadano de dos mundos diferentes al mismo tiempo. 

Uno es el reino de Dios, que es inmutable y eterno, el otro, aunque esta idea no era nueva para muchos cristianos, era el reino del mundo inestable. 

En La ciudad de Dios, Agustín quiso refutar las acusaciones paganas de que el declive del Imperio Romano en Occidente se debió a la deserción de las deidades antiguas por parte del pueblo en favor del cristianismo.

En su refutación, Agustín señaló el declive gradual de la moralidad en todo el imperio. Aunque muchos romanos seguían creyendo en su versión del colapso del imperio, Agustín dijo que el éxito del imperio solo se había debido a su deseo de dominar.

En resumen, escribió que la historia es el resultado de la voluntad de Dios, donde la gente elige entre la ciudad celestial y la terrenal.

La filosofía de Agustín de Hipona

Agustín de Hipona

El tema central del pensamiento de Agustín de Hipona es la relación del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre ambas partes.

De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que desarrollan explícitamente sus Confesiones (400).

Si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas (amor), Dios es concebido como bien y verdad, en la línea del idealismo platónico.

Sólo situándose en el seno de esa verdad, es decir, al realizar el movimiento de lo finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia.

Pero su visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus ojos, desempeña la gracia divina, por encima del que tiene la libertad humana, en la salvación del alma.

Este problema es el que más controversias ha suscitado, pues entronca con la cuestión de la predestinación, y la postura de Agustín contiene en este punto algunos equívocos.

Canonización

El Papa Bonifacio VIII lo canonizó como el santo patrón de los cerveceros e impresores, entre otros, la Iglesia Católica reconocería el 28 de agosto como el día de su santo y en adelante Agustín de Hipona sería recordado como San Agustín.

Legado

Por su vasta y perdurable irradiación, puede afirmarse que Agustín de Hipona figura entre los pensadores más influyentes de la tradición occidental.

Toda la filosofía y la teología medieval, hasta el siglo XII, fue básicamente agustiniana; los grandes temas de San Agustín -conocimiento y amor, memoria y presencia, sabiduría- dominaron la teología cristiana hasta la escolástica tomista. 

Lutero recuperó, transformándola, su visión pesimista del hombre pecador, y los seguidores de Jansenio, por su parte, se inspiraron muy a menudo en el Augustinus, libro en cuyas páginas se resumían las principales tesis del filósofo de Hipona. La obra de San Agustín influiría en otros muchos pensadores de la Reforma como Martín Lutero, Juan Calvino, Cornelius Jansen y Bernardo de Claraval. También filósofos mucho más tardíos como René Descartes, Schopenhauer y Nietzsche se basarían en sus ideas.

Libros sobre Agustín de Hipona

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Esperamos que los disfrutes y te sean de gran ayuda.

Un Abrazo, amable lector.

Libros de Agustín de Hipona:

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