El I CHING o Libro de los Cambios, constituye el más antiguo de los textos clásicos del pensamiento chino. Se discute la paternidad de la obra pues en ocasiones se le atribuye a Weng Wang, fundador de la dinastía Chou; otras voces al mítico emperador Fu Ha¡, y en algunas oportunidades a Confucio.
En todo caso su antigüedad puede situarse por lo menos entre los años 1.000 y 2.000 A. C.
Por una serie de manipulaciones –que detallamos más adelante– se llega a establecer dos trigramas resultantes de la combinación de líneas rectas y cortadas.
Cada uno de ellos tiene su explicación en el Libro, hasta completar un total de 64 posibilidades diferentes.
Posteriormente diversas escuelas de comentaristas agregaron más y más glosas al texto original del I Ching. En esta oportunidad sólo se presentan los 64 hexagramas básicos con las explicaciones que de ellos hizo el alemán Richard Wilheim en su presentación del I Ching a Occidente.
También se contempló la traducción del religioso James Legge, cronológicamente la primera versión directa del chino a una lengua occidental, el inglés.
Significado
Para los chinos, el I Ching significa la fuente de consulta ante cualquier decisión de importancia.
El libro -como reverentemente se le califica– puede indicar en cada momento la dirección correcta para el actuar.
Quien le consulta premunido de respeto y atención a lo que el I Ching pueda indicarle encuentra en su texto una apreciación ponderada de su actual situación y recomendaciones para su conducta futura.
No se trata de un libro de adivinación, de una bola mágica que muestre el futuro, ni nada parecido. Simplemente que, de acuerdo a la concepción china, adoptada por muchos occidentales, en los 64 hexagramas se resumen todas las posibilidades vitales.
Manipulación de varillas o monedas
La manipulación de varillas o monedas -según el sistema, que se adopte– pone en contacto al individuo, un microcosmos específico, con el todo, el macrocosmos: el resultado, la palabra del I Ching se encuentra a través del hexagrama que se construye mediante las varillas o monedas.
El I Ching usa fundamentalmente las imágenes, algunas asociadas con la antigua mitología china, otras con la poesía, las instituciones sociales y religiosas, incluso con arquetipos o momentos históricos específicos.
El psicólogo C. Gustav Jung -quien prologó la traducción de Wilhem- se declaró uno de sus adeptos. Concretamente Jung calificó el I Ching tanto como una técnica de oráculos -auxilios para el futuro– como un método de exploración del inconsciente.
Cambio constante
Se recalca en el libro la preocupación por el cambio constante en el aspecto de los acontecimientos.
En el mundo occidental considerable parte del esfuerzo humano se encamina a combatir o restringir la posibilidad de peligro que implica todo cambio.
Para la mentalidad china, en cambio, cualquier momento que se tome como punto, de observación es en sí mismo resultante de toda una cadena causal que abarca hasta los detalles más mínimos del devenir anterior.
Sincronicidad
Al tirar las monedas o manejar las varillas se hacen presentes todas las posibilidades. Una parte, que para la mente occidental puede parecer insignificante, entra en contacto con el todo y adquiere por ese contacto las cualidades del momento.
El hexagrama que se obtiene indica las cualidades dominantes al momento de su origen.
Fundamental para comprender el I Ching resulta el concepto que Jung llamó de “sincronicidad”.
Atañe a que la coincidencia de acontecimientos en el tiempo y en el espacio es más que una casualidad. Existiría una interdependencia de los acontecimientos objetivos entre sí y en relación con los estados subjetivos con la psiquis de él o los observadores.
Los hexagramas
Los 64 hexagramas (seis líneas) son otros tantos instrumentos para comprender el significado de otras tantas situaciones básicas.
La verdad del hexagrama emana de las condiciones físicas del momento en que se obtuvo, en que se construyó línea por línea.
De acuerdo a la tradición china se trata de “agentes espirituales” que de una manera misteriosa dan un sentido de respuesta a las manipulaciones, una verdadera alma del Libro.
Aunque el occidental no entiende la esencia de tales conceptos, se encuentra con que la situación que describe “su” hexagrama corresponde a “su” momento vital. El “por qué” permanece sin respuesta.
I Ching para todos
El I Ching, no requiere interpretaciones particulares, ni artificios, ni conocimientos particulares para su consulta.
Cualquiera que aplique su sentido común puede entender el sentido de las respuestas. Ello tiene especial aplicación en cuanto al sector oculto, al inconsciente del hombre.
El I Ching no encara fundamentalmente el problema de realizar o no determinadas acciones, sino el cómo, la manera correcta apropiada de realizarlas. Por otro lado, no ofrece pruebas ni resultados: simplemente se abre a quien desea consultarlo, sin poner más exigencias.
En China, el I Ching constituyó -y sigue vigente como antaño- parte esencial de la vida diaria.
Con frecuencia le veía en las esquinas a un anciano que libro y varillas en mano estaba presto a leer el antiguo Libro para dar consejo e información al pasante. Sus símbolos sirven de adorno en las casas, lo mismo que sus sentencias.
EL USO DEL I CHING
Los símbolos del I Ching se obtienen por la combinación de trigramas -grupos de tres líneas—rectas y quebradas.
De su mezcla se obtienen ocho trigramas te simbolizan otras tantas etapas de cambio, de movimiento.
Cada una de ellas tiene una característica definida y un nombre particular, que los individualizan,
La clasificación siguiente los define básicamente:
Ch’ien – Lo Creativo
Atributo: fuerza
Imagen: cielo
Relación Familiar: padre
K’ un – Lo Receptivo
Atributo: devoción, docilidad
Imagen: tierra
Relación Familiar: madre
Chen – Lo que despierta
Atributo: incita al movimiento
Imagen: trueno
Relación Familiar: primer hijo
K’an – el Abismo
Atributo: peligro Imagen: agua
Relación Familiar: segundo hijo
Ken – Manteniéndose quieto
Atributo: reposo Imagen: montaña
Relación Familiar: tercer hijo
Sun – Lo suave, lo dócil
Atributo: penetración
Imagen: viento, madera
Relación Familiar: primera hija
Li Lo – Oscilante
Atributo: dar luz
Imagen: fuego
Relación Familiar: segunda hija
Tui – Lo Gozoso
Atributo: alegría
Imagen: lago
Relación Familiar: tercera hija
Los hijos representan el movimiento en sus variados estados: comienzo del movimiento, peligro en movimiento, descanso y completación del movimiento.
Las hijas representan a la devoción en sus varias etapas: penetración apacible, claridad y adaptabilidad, alegría tranquila.
Subyace en todo el I Ching la idea del cambio, que a su vez implica permanencia. Originalmente existen todas las cosas, que se transmutan y modifican constantemente para retornar a sí mismas. Es el equilibrio fundamental del ying y el yang, la luz y la oscuridad, representadas por el círculo dividido.
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