Arengas, Diálogos y Conferencias (enero/octubre 1969) En el mes de enero de 1969, Silo fue detenido en las proximidades del Aconcagua. Posteriormente fue obligado a abandonar su lugar de meditación. En aquel entonces, llegó a las costas del Pacifico y allí respondió a unos pocos que estaban inquietos por preguntarle. Esta breve arenga fue dada a orillas del mar, en la localidad de Quintero, Chile. «Aprende bien lo que voy a decirte: no hay hombres buenos ni hombres malos. Donde no hay libertad no hay bien ni mal, todo sucede a pesar del hombre. Entiende que no eres libre ni en el momento de tu nacimiento, ni cuando amas, ni en el momento de tu muerte. Me has dicho que conociste a alguien que eligió su muerte y yo te digo que su enfermedad eligió por él. Aquí tienes a uno fuerte como roca en quien admiras su poder y su trabajo y este otro enviciado y enfermo y pobre se ha llegado hasta aquí. ¡Este es mi hermano en quien reconozco la necesidad antes que el deseo! Cumple con tus necesidades pero mata el deseo. Si las grandes religiones hoy enseñan de manera distinta, aléjate de ellas que no están aquí para ayudarte sino para encadenar tu conciencia. Asi pues, tú que eres sacerdote de una iglesia y te has llegado hasta mí a preguntar, te respondo: si no reconoces tu fracaso como hombre de fe y si tu iglesia no reparte todos sus bienes entre estos pobres, ¡tú eres un farsante que explota al pueblo en nombre de Dios! Yo no digo al pueblo que abandone tu iglesia, a ti te digo que lo hagas, para que tu ejemplo que revela un fracaso y un escándalo, sea testimonio de la Verdad. Cumple con tus necesidades y lucha por la necesidad de tu hermano, pero mata el deseo. Mira en tu conciencia y descubrirás que el deseo es el origen de la violencia, de los vicios y de la miseria en el mundo. Cuando hayas hecho esto, búscame. Y a este otro que ha venido con hipocresía a preguntar, que deje el Estado para los hombres de Estado y la religión a los místicos. Así pues conmigo, equivocó el camino». 21 de Enero de 1969
|
Se produjo en Valparaíso una reunión de gente «bienpensante» que tenía de sí misma la imagen del triunfo y que hubo de chocar necesariamente, con la proclama de Silo que reza así: «Mi enseñanza no es para los triunfadores, sino para aquellos que llevan el fracaso en su corazón». Alguien pidió entonces (en tono amable), que se explicara el significado de la proclama. Silo respondió que hablaría sobre el espíritu y la opresión. «Existió un hombre muy poderoso que tuvo gran cantidad de ovejas. A fin de impedir su escape levantó un cerco. Sin embargo, algunas rompían la prisión y lograban fugar. Para evitar esto, el hombre poderoso trajo perros que las vigilaban noche y día. A pesar de todo, algunas podían huir y otras eran muertas por los cuidadores que arruinaban su carne y su piel con feroces dentelladas. Entusiasmados con esto, penetraban al redil continuando la matanza. Vió el hombre poderoso que el cerco era frágil para contenerlas y los cuidadores peligrosos. Mandó entonces en busca de un mago. Este durmió a todas las ovejas y les hizo soñar que eran libres. Al despertar, siguieron creyendo que obraban voluntariamente y ya no abandonaron a su amo. De este modo, el hombre poderoso retiró el cerco y los cuidadores, bastando tomar de las ovejas a su gusto cuando necesitaba de carne y de piel. La oveja es el espíritu del ser humano. El hombre poderoso, aquél que quiere utilizarlo. El cerco, los perros y el mago, son los ayudantes del opresor. Cercar el espíritu es separarlo del mundo por la ignorancia. Rodearlo con cuidadores, es mantenerlo en la docilidad por la violencia y la fuerza, infundiéndole el temor. Finalmente, adormecerlo es degradar el espíritu con persuasión y con bellas falsedades. A través del tiempo se han usado esas tres formas de asesinato del espíritu. La ignorancia y el temor no han sido suficientemente poderosos como para contener los impulsos de libertad. Por otra parte, un hombre ignorante y temeroso no es tan útil al opresor como aquel que ha sido instruido y no es necesario ejercer ya violencia en él porque está de acuerdo con la infamia. Cuando un hombre no necesita de cercos ni de cuidadores y está conforme con la falsedad de su vida es porque su espíritu ha muerto. Hay quienes venden su libertad interior con tal de lograr seguridad o bienestar material. Estos son los que se dicen libres porque no desean otra vida y les resulta injurioso quien habla de la necesidad del despertar. Cuando los hombres duermen de ese modo, colaboran con la opresión y producen en bien del opresor. A ellos se les considera «útiles» a las causas del Estado que a la vez sirve dócilmente a un imperio. Un hombre que se ha degradado a tal punto es un triunfador y se lo pone como ejemplo de trabajo y como ejemplo de superación. Ese recibe su paga a costa del sufrimiento de otros a quienes considera incapaces. El triunfador puede llegar a serlo únicamente colaborando con los mandatos del amo se llame Estado, Moral o Religión. El falso triunfador duerme, pero a menudo sus sueños están llenos de sobresalto porque tarde o temprano algunas ovejas despiertan y comienzan a despertar a las demás... Poco a poco en el redil se advierte que ya no se cree en la falsa libertad. Los triunfadores no necesitan de esta enseñanza porque ya han saciado su ambición. ¿A qué tanto alboroto cuando es a los fracasados a quienes dirijo mi palabra? Creo únicamente en aquellos que se reconocen fuera del cerco y no gozan de los beneficios del triunfador. ¡Ah, triunfador! no puedes reprocharme que no hable para ti, porque no me necesitas, ¿y si hablo para el que me necesita, a qué te metes conmigo? Fracasados son los pobres y los enfermos y los sin fuerza y los sin porvenir. Son los que han sido defraudados en sus ideales, truncados en sus amores, escarmentados en su fe, traicionados en su bondad. Cuando te reconozcas fracasado te daré consuelo porque entonces tuyo será el espíritu y descubrirás la necesidad de la liberación interna, la necesidad del renunciamiento, la necesidad de matar el deseo». 22 de Enero de 1969 |
Hubo una reunión de un grupo de seguidores en los alrededores de Isla Negra, costa del Pacífico. Era el atardecer. Silo comía nueces tranquilamente. Durante largo rato estuvo interesado en una formación rocosa sobre la que se alzaban cimientos carcomidos por la salinidad del lugar, o tal vez por el paso del tiempo. De pronto giró sobre sí y ofreciendo una nuez al más viejo de sus compañeros, preguntó burlonamente: «¿Qué es más importante, el cuerpo o el espíritu?». El hombre (conocido como persona de sentido crítico) tomó la nuez sin responder y luego de abrirla comprobó que estaba hueca. Entonces, preguntó a su vez con fingido malhumor: —¿Qué necesidad corresponde saciar primero, la del cuerpo o la del espíritu? Ante esto, Silo dijo: «¿A dónde va a parar tu vida sino a la muerte y qué interesa de lo que has hecho cuando mueres? Yo te digo que lo importante es el espíritu. Cualquiera que esté poniendo la Sociedad o el Dinero por encima de él, se equivoca o miente. Con el pretexto de lograr pan para el pueblo, los filisteos le dan hambre y además postergan al espíritu. Tú debes proceder de manera distinta al filisteo. Mientras das fe al pueblo, lucha con él para que no le falte pan, para que no haya pobres ni ricos, sino hermanos. Cualquiera que predique estas cosas, postergando al espíritu para más adelante, quiere oprimirte. El espíritu no es para mañana, sino para hoy. El hambre no puede saciarse pasado mañana, sino hoy». Entonces, el interlocutor miró a Silo con aire insatisfecho. Luego exhibió una nuez que tenía guardada y empezó a comerla despreocupadamente. De distintas maneras, muchos habían preguntado acerca del momento histórico y sobre el sentido del progreso material. Para ellos, Silo dijo: «No pasará mucho tiempo, antes que la bestia imperial se derrumbe. Esta generación lo verá y tú lo verás. Pero cuando aquello suceda comprenderás que eso no tuvo real importancia. Cuando el Imperio caiga, podrás decir: ¡Cayó aquél que oprimía a las naciones y ahogaba al espíritu, pero eso no resultó suficiente para que el hombre fuera libre!». Más adelante, agregó: «Quede bien en claro. Si el progreso material exige la esclavitud del hombre o el avasallamiento de un pueblo por otro pueblo o la persecución del espíritu, ese progreso material es un monstruo al que no debes alimentar para no ser cómplice en el asesinato de tu hermano». «Tú debes lograr que el proceso material no sea instrumento de opresión, si no que esté al servicio del pueblo. Que sea entonces sólo un medio.
¡No te equivoques jamás! La liberación total por el progreso material, no existe». Silo desarrolló esa tarde, numerosos puntos de interés para sus compañeros. Todos habían percibido que una mujer del grupo, estaba inquieta por ciertos temas tratados. Pero aquél conocía las raíces de sus cavilaciones y dijo para ella (aunque dirigiéndose a una muchacha más joven): «Si tu padre o tu hermano o tu marido, te hacen arrodillar ante el altar de la falsa religión y servir a los explotadores del pueblo, son indignos de ser padres, hermanos o maridos.... Están vendiendo tu cabeza por temor o por negocio. Y si tú aceptas la venta, eres dos veces peor que ellos. Libérate del miedo! «Teme únicamente a quien destruye al espíritu». Alquien sostuvo que el hombre no podía construir su propia vida ya que el sistema económico imponía tales condiciones, que era imposible liberarse. Silo argumentó: —« Tú presentas quejas contra un sistema que te oprime. Tales quejas deberías formularlas imparcialmente. Supongamos que ya has partido de la injusticia social básica de estar ubicado en la alta posición que te dió tu familia. Aquellos que nacen en otro medio, o que están geográfica o racialmente desplazados, no tienen tus posibilidades. Tus parientes y amigos curiosamente, pertenecen (como dicen los hombrecillos de moda) al mismo 'estrato socioeconómico'. Y lo que es más curioso, tu mujer tiene el mismo origen. ¡Bonita libertad la de la amistad y el amor! Ya ves que hasta ahora te apoyo. Todo parece estar armado por el sistema. Mas no seas injusto, él existe porque tú lo alimentas. No eres un minero, ni un leñador del sur. Ese tipo de vida te es desconocido porque trabajas únicamente con valores abstractos. Nunca ves la muerte a tu lado y si el periodismo te informa sobre ella, mides su fuerza calculando las pérdidas de vidas en dólares norteamericanos. Sé justo con el sistema y dame buenas razones para abominarlo. ¿Por qué dices que te oprime?». —Porque me deshumaniza—respondió el joven. «Llegado el momento de conseguir un trabajo estable, en el mismo instante en que aparece la posibilidad, me aferro a ella con todo mi ser. Luego, ya instalado, trato de progresar en esa línea porque entiendo que prosperando materialmente tengo más libertad espiritual». «A esa altura me resulta convincente la idea de que desapareciendo la angustia material básica el hombre está en condiciones de desarrollarse». —De acuerdo a eso, con privaciones básicas no habría desarrollo y sí a la inversa. ¿Esto es una verdad absoluta?—inquirió Silo. «Estadísticamente es sabido que la eficiencia aumenta en el empleado casado, al par que disminuye la deserción». «Acepto el consejo de mis jefes y por ese hecho se me promueve. Es claro que aumentan mis necesidades porque ahora tengo un compromiso familiar». «Con el tiempo advierto que debo participar más activamente en la vida de la empresa. Ya no sólo en las horas de trabajo, sino en toda actividad que desarrolle: relaciones, casa, ropas, comida, transporte, esparcimiento, lenguaje, en suma: estilo. Debo adaptarme a un estilo de acción y de pensamiento para coincidir con el ritmo de toda la maquinaria». «Como mis posibilidades siguen siendo limitadas, debo adquirir «status» comprando ciertos bienes que exhiben mi nivel a fin de progresar». «He aquí nuevos problemas. Si no adquiero 'status' no puedo trepar y si lo adquiero, esto es gracias a que me encadeno aún más comprando bienes que me endeudan». «Para ahogar esta angustia que podría reflejarse en una menor producción de mi parte, mis jefes salen al paso colaborando en el otorgamiento de créditos benévolos respaldados por sus firmas de hombres aceptables». «Ahora debo pagar mis deudas, aunque tarde toda una vida». —¿Y de qué te quejas?—susurró con ingenuidad Silo «Supongamos que ahora está en mis manos reclutar a nuevos empleados. ¿A quién tomo? Lógicamente a aquellos que tienen más posibilidades de contribuir al desarrollo de la empresa. Esos tales no podrán ser muy distintos a mí. Ambicionaré que sigan mis pasos. Ellos estarán así bien conmigo y yo con mis jefes». «Si algún día llego a gerente general, aumentarán mis necesidades por dos razones.
La primera de tipo material, para conservar y aumentar mi posición.
La segunda de tipo psicológico, porque para llegar a este pináculo he llevado mi acondicionamiento al límite máximo y los reflejos creados me impiden hacer o pensar algo fuera de la línea de este 'lavado de cerebro total'». —¿Cuál es entonces el problema? —interrogó formalmente Silo.
—Que desde esta posición veo claramente hacia dónde voy y quisiera ir en dirección distinta. El joven quedó pensativo, luego se despidió cortésmente de Silo y se alejó seguramente para siempre. Los diálogos siguieron y luego el grupo se disgregó entre risas y bromas cuando la noche era avanzada. 23 de Enero de 1969
|
Estando Silo en su ermita de piedra, se llegaron hasta él varias personas enteradas de su próximo alejamiento. En su mayor parte eran obreros ferroviarios que sentían admiración por aquel hombre solitario. Hombres fuertes, acostumbrados a los rigores del clima y a la soledad, simpatizaban no tanto por el conocimiento de la doctrina, sino por el ejemplo de ascetismo que se les daba. Esta conversación sencilla muestra la vena de humor y de calor humano que siempre mostró Silo entre la gente sin dobleces. Nos parece tan importante su publicación como la de cualquier otra arenga, no obstante la aparente 'baja de nivel' que en ella se muestra. «Veo que se han acercado cargados como para un festejo. Está bien. Vamos a comer juntos y nadie será tan poco comprensivo que me reproche si no tomo el vino que han traído. Ya he visto en otras ocasiones al Viejo Vergara chispear sus ojitos de picardía cuando le rechazaba el vaso. (Pero no había lugar para todos dentro de la ermita). El sol cae, el frío arrecia y mientras Eduardo asa el guanaco, los más fuertes se quedan afuera ayudándolo. Los flojos nos protegemos adentro de la pirca. Primero el más friolento, o sea yo. (Así, entre bromas fue pasando el tiempo. Luego corrió el asado, el vino y sonó también una guitarra. Los cuentos del Futre acompañaron a los mates. Después se produjo un sostenido silencio y Silo habló). Han pasado cuatro meses desde que llegué. Todo esto y también la fiesta de hoy, me hacen recordar una historia que sucedió en Europa, allá lejos, cruzando el océano. El hombre que escribió sobre el asunto era de gran corazón, pero sus ideas nada tenían que ver con sus sentimientos. Sus ideas fueron muy lejos y provocaron muchas desgracias. Ese hombre a quien sus amigos llamaban 'Fritz', descubrió un día que Dios había muerto. Él que amaba la vida y que hizo un canto a la alegría no pudo soportar esta idea que dejaba al mundo tan solo y sin ningún sentido. Pasó el tiempo y se produjo una gran lucha entre las ideas violentas y los hermosos sentimientos de Fritz. Esta lucha dentro de él lo llevó a una muerte lamentable.... Ese era el hombre. Pero la historia que escribió era la de una persona que se retiró a la montaña a meditar y volvió tan cargada de sabiduría que cuando quiso hablar a la gente, nadie logró entenderla. Esa persona del cuento se llamaba 'don Zárate'. Luego de hablar en el pueblo la gente le gritó: 'Hablas muy difícil, Zárate. Nosotros no te entendemos'. El pueblo en que pasó todo se llamó 'La Vaca Pintoja'. Al mirarlos a ustedes ahora, tan atentos a ese cuento, pienso si Fritz no se equivocó y debió acercarse aquí, a este pueblo nuestro llamado 'La Punta de Vacas'. Nosotros nos entendemos y sabemos que si Dios murió en Europa y en la mente de Fritz, está renaciendo en América y en el corazón de los hombres sencillos. Yo me voy ahora, pero hablaré en Punta de Vacas, en cuatro días más. Luego me alejaré para siempre. Díganle a las maestras y a la Directora que las recordaré. Seguramente los niños de este pueblo serán educados en un futuro no lejano, en nuevos valores y con una renovada fe. Víctor y Carlos crecerán en un mundo nuevo en el que todo lo de hoy será cambiado como no hubo antes cambio en el mundo. Los más viejos: Aballay y Gallardo, alcanzarán a ver el hocico del cambio que se viene en nuestro mundo, pero antes habrá un momento de violencia general que será necesario combatir sembrando ideas de paz. Nadie se asuste cuando llegue ese momento de confusión, porque después de él vendrá el tiempo en que la humanidad alcanzará la paz y el viejo Vergara podrá tomar su vino sin sobresalto. Ya el sol se fue detrás del cerro y para llegar al pueblo es necesario cruzar el río Tupungato que trae aguas casi heladas. Después de los ríos y las piedras que oculta la noche, está el pueblo. Después de esta noche está el sol que se levanta desde Uspallata. Los que quieran ese mundo mejor no sólo tienen que pensar bien, sino sentir bien y actuar bien para que no les pase como a Fritz que sentía una cosa pero pensaba lo contrario. Todos los que quieran ser hombres o mujeres derechos tienen que: no mentir, no robar, no matar, ser fieles y llevar la paz dentro de cada uno y a los otros para ayudarlos. Hay que estar contra las guerras y las peleas y no hay que vengarse jamás. Lo único que se gana con la venganza es complicar las cosas. Veo que aquél me mira de costado... Aunque no te parezca, no debes castigar a otros ni aún para defenderte. Piensa que al fin de cuentas la vida es corta y vale la pena morir con la conciencia tranquila, no vaya a suceder que en el otro mundo el ánima sea inmortal y se esté mejor si se ha obrado bien en esta vida. Si crees en el otro mundo no te asustes por el Infierno, porque no existe. Uno debe cumplir con lo que he dicho no por temor, sino para ser mejor». 25 de Abril, 1969 |
Esta arenga fue pronunciada en los alrededores del monte Aconcagua y en un lugar conocido como 'Punta de Vacas'. A tres mil metros de altura y con temperaturas inferiores a los 10 grados bajo cero, con los caminos anegados por el hielo y la nieve, se congregó más de medio millar de discípulos y seguidores. Allí, a ciento sesenta kilómetros de Santiago de Chile y Mendoza (Argentina), Silo tenía emplazada su morada de piedra, separada de los curiosos por dos ríos de gran caudal. Al mediodía bajó hasta el gentío congregado y tomando lugar frente a poderosos altoparlantes y entre los banderines naranja agitados por el viento, dijo: «Si has venido a escuchar a un hombre a quien el entusiasmo de muchos elevó a la condición de hijo de Dios, has equivocado el camino. Si has venido a escuchar a un hombre de quien se supone se transmite la sabiduría, has equivocado el camino porque la sabiduría no se transmite por medio de libros ni de arengas. La sabiduría está en el fondo de tu conciencia como Dios está en el fondo de tu corazón. Si has venido a escuchar a quien se supone que transmite el milagro, has equivocado el camino porque lo que tú llamas milagro está escrito en las leyes de la Naturaleza, como está escrito el nacimiento y la muerte de una flor, de un pájaro, de un niño. Si has venido empujado por los calumniadores y los hipócritas a escuchar a este hombre a fin de que lo que escuchas te sirva luego como argumento en contra de él, has equivocado el camino porque este hombre no está aquí para pedirte nada, ni para usarte, porque no te necesita. Debes saber a quién escuchas. Escuchas a un pobre hombre desconocedor de las leyes que rigen el Universo, desconocedor de las leyes de la Historia, ignorante de las relaciones que rigen a los hombres. Este pobre ignorante se dirige a tu conciencia como lo hacen aquellos que meditan en la altura de las cumbres nevadas, a miles de metros sobre las ciudades y los hombres . . . Allí en las ciudades, donde cada día es un afán truncado por la muerte, donde al amor sucede el odio, donde al perdón sucede la venganza; allí en las ciudades de los hombres ricos y pobres, allí en los inmensos campos de los hombres se ha posado un manto de sufrimiento y de tristeza. Sufres cuando el dolor muerde tu cuerpo. Sufres cuando el hambre se apodera de tu cuerpo. Pero no sólo sufres por el dolor inmediato de tu cuerpo, por el hambre de tu cuerpo. Sufres también por las consecuencias de las enfermedades que caen sobre tu cuerpo. Debes distinguir dos tipos de sufrimientos, aquel sufrimiento que se produce en ti merced a la enfermedad (y ese sufrimiento puede retroceder gracias al avance de la ciencia. Así como la enfermedad, también el hambre puede retroceder, pero gracias al imperio de la justicia). Hay otro tipo de sufrimiento que no depende de la enfermedad de tu cuerpo sino que deriva de ella. Si estás impedido, si no puedes ver, o si no oyes, sufres. Pero aunque este sufrimiento derive del cuerpo, tal sufrimiento es de tu mente. Hay otro tipo de sufrimiento que no puede retroceder frente al avance de la ciencia. Ese tipo de sufrimiento que es un sufrimiento estrictamente de tu mente retrocede frente a la fe, frente a la alegría de vivir, frente al amor. Debes saber que este sufrimiento está siempre basado en la violencia que hay en tu propia conciencia. Sufres porque temes perder lo que tienes, o por lo que ya has perdido, o por lo que desesperas de alcanzar. Sufres porque no tienes o porque sientes temor en general... He ahí los grandes enemigos del hombre: el temor a la enfermedad, el temor a la pobreza, el temor a la muerte, el temor a la soledad. Todos éstos son sufrimientos propios de tu mente. Todos ellos delatan la violencia interna, la violencia que hay en tu mente. Fíjate que esa violencia siempre deriva del deseo. Cuanto más violento es un hombre, más groseros son sus deseos. Quisiera proponerte una historia que sucedió hace mucho tiempo: Existió un viajero que tuvo que hacer una larga travesía. Para tal efecto ató su animal al carro y emprendió la larga marcha hacia un largo destino y con un límite fijo de tiempo. Al animal lo llamó Necesidad, al carro Deseo, a una rueda la llamó Placer y a la otra Dolor. Así pues el viajero llevaba su carro a derecha e izquierda, pero siempre hacia su destino. Cuanto más velozmente andaba el carro, más rápidamente se movían las ruedas del placer y del dolor, conectadas como estaban por el mismo eje y transportando como estaban el carro del deseo. Como el viaje era muy largo, nuestro viajero se aburría. Decidió entonces decorarlo, ornamentarlo con muchas bellezas y así lo fue haciendo. Pero cuanto más embelleció el carro del deseo más pesado se hizo para la necesidad. De tal manera que en las curvas y en las cuestas empinadas el pobre animal llamado por él Necesidad, desfallecía no pudiendo arrastrar el carro del deseo. En los caminos arenosos las ruedas del placer y del sufrimiento se incrustaban en el piso. Desesperó un día el viajero porque era muy largo el camino y estaba muy lejos su destino. Decidió entonces meditar esa noche y al hacerlo escuchó el relincho de su viejo amigo. Comprendiendo el mensaje, a la mañana siguiente desbarató la ornamentación del carro, lo alivió de todos sus pesos y esa mañana muy temprano con su animal, comenzó al trote felizmente avanzando hacia su destino. No obstante había perdido un tiempo que ya era irrecuperable. A la noche siguiente volvió a meditar y comprendió por un nuevo aviso de su amigo que tenía ahora que acometer una tarea doblemente difícil porque significaba ahora su desprendimiento. Muy de madrugada sacrificó el carro del deseo. Es cierto que al hacerlo perdió la rueda del placer, pero con ella perdió también la rueda del sufrimiento. Montó sobre el animal de la necesidad, sobre sus lomos y comenzó al galope por las verdes praderas hasta llegar a su destino. Fíjate como el deseo puede arrinconarte. Pero hay deseos de distintos pesos. Hay deseos más groseros y hay deseos más elevados. ¡Eleva el deseo! ¡Supera el deseo! ¡Purifica el deseo!, que habrás seguramente de sacrificar con eso la rueda del placer, pero también la rueda del sufrimiento. La violencia en el hombre movida por los deseos no queda solamente como enfermedad en su conciencia, sino que actúa en el mundo de los otros hombres, se ejercita con el resto de la gente. No creas que hablo de violencia refiriéndome solamente al hecho armado de la guerra, en donde unos hombres destrozan a otros hombres. Esa es una forma de violencia física. Pero hay una violencia económica. La violencia económica es aquella que te hace explotar a otro. La violencia económica se da cuando robas a otro, cuando ya no eres hermano del otro, sino que eres ave de rapiña para tu hermano. Hay además una violencia racial. ¿Crees que no ejercitas la violencia cuando persigues a otro que es de una raza diferente a la tuya? ¿Crees que no ejerces violencia cuando lo difamas, por ser de una raza diferente a la tuya? Hay una violencia religiosa. ¿Crees que no ejercitas violencia cuando no das trabajo o le cierras las puertas o despides a alguien por no ser de tu propia religión? ¿Crees que no es violencia religiosa cercar a aquel que no comulga con tus principios, por medio de la difamación? ¿Cercarlo en su familia? ¿Cercarlo entre su gente querida, porque no comulga con tu religión? Hay otras formas de violencia, que son las formas impuestas por la moral filistea. Tú quieres imponer una forma de vida a otros. Tú debes imponer la vocación a otro... ¿pero quién te ha dicho a ti que eres un ejemplo que debe seguirse? ¿Quién te ha dicho que puedes imponer una forma de vida porque a ti te place? ¿Dónde está el molde y dónde está el tipo para que tú lo impongas?... He aquí otra forma de violencia. Únicamente puedes acabar con la violencia en ti y en los demás y en el mundo que te rodea, por la fe interna y la meditación interna. No hay falsas puertas para acabar con la violencia. ¡Este mundo está por estallar y no hay forma de acabar con la violencia! ¡No busques falsas puertas! No hay política que pueda solucionar este afán de violencia enloquecido. No hay partido ni movimiento en el planeta que pueda acabar con la violencia. ¡No sigas a una religión que te promete un infierno y que no puede acabar con la violencia en tu mente! No hay falsas salidas pare la violencia en el mundo. ...Me dicen que la gente joven en distintas latitudes está buscando falsas puertas para salir de la violencia y del sufrimiento interno. Busca la droga como solución. No busques falsas puertas para acabar con la violencia. Hermano mío, cumple con mandatos simples, como son simples estas piedras y esta nieve y este sol que nos bendice. Sé fiel, no sólo a tu mujer. Fiel a tus ideas y a tus principios aunque te cueste la vida. No mates, pero ya sabes que se mata con todas esas formas de violencia que hemos mencionado. No robes, pero sabe que el robar va más allá del simple hecho de despojar al otro. Lleva la paz en ti y llévala a los demás. Hermano mío, allá en la historia hay un hombre clavado en la cruz mostrando el rostro del sufrimiento. Hermano mío, mira esa corona de sufrimiento... pero recuerda que es necesario seguir adelante en la historia y que es necesario aprender a reír y que es necesario aprender a amar. ¡A ti hermano mío te arrojo esta corona, esta corona de alegría, esta corona de amor para que eleves tu corazón y eleves tu espíritu y para que no olvides elevar tu cuerpo!». 4 de mayo de 1969. |
En Jujuy estaba programada una nueva arenga de Silo. El paraje elegido fue en esa ocasión, Yala. A pesar de la autorización dada con anterioridad, se retiró el permiso a último momento justificando tal proceder por el «estado de sitio» que regía en esos momentos. La radio y la prensa de Jujuy habían emitido sus comunicados exhortando a la población a no concurrir a la arenga. Esa tarde del 20 de julio, comenzó la peregrinación hacia el lugar, distante 16 Km. de la ciudad capital. Los colectivos eran desviados y se persuadía a la población en la plaza principal a fin de que no subiera a dichos medios de transporte. Desde la Quebrada de Humahuaca (Tilcara, Maimará y Tumbaya) bajaban camiones transportando quebradeños e indígenas de Juella (conocidos como Semilantes) ataviados con sus trajes típicos y portando sus cajas, erques, bombos y anatas. Desde Volcán bajaban los mineros. Leñadores y campesinos, obreros tabacaleros y gente de la ciudad, iban aproximándose por cualquier medio. Impresionante y heterogénea multitud se acercaba a pie, montada, en sulky o automóvil (silenciosa, obstinadamente). A las 16 horas, más de dos millares de personas rodeaban el lugar elegido: la «piedra grande» del camino de Yala. Llegó Silo al lugar desde una quebrada y trató de exhortar a la gente a la desconcentración. En ese momento la policía se acercó para silenciarlo. La tensión crecía... Silo comunicó entonces su decisión de partir y se dirigió a un vehículo ubicado en las inmediaciones, desde donde saludó a la gente que lo seguía. Lentamente se fue alejando entre dos columnas de silenciosos campesinos que alargaban sus manos para dárselas a Silo. En ese preciso momento se producía la conquista de la Luna por el ser humano. En los cielos triunfaba la técnica y en la Tierra se ahogaba el espíritu. En un punto de la Tierra desconocido para la atención mundial, en un paraje ignorado de América del Sur un hombre vestido de overol blanco, enmudecía. Al atardecer, Silo lanzó por cinta grabada un mensaje que fue regrabado y entregado a varios peregrinos de Perú, Bolivia y el norte de Chile. «La persecución y la violencia impiden que nuestra palabra llegue hasta las gentes que la esperan. Cambian los gobiernos y sus hombres, pero la persecución y la violencia continúan. Esta oligarquía clerical encabeza la persecución. No sólo ha recurrido a la calumnia como habitualmente lo hace, no sólo ha tratado de forzar al poder civil a fin de lograr nuestro encarcelamiento como lo ha hecho en otras ocasiones, no sólo ha presionado sobre los escribas timoratos que temen publicar nuestras denuncias (demostrando con esto que reconocen el poder terrenal y corruptor de los sacerdotes). Hoy ha llegado más lejos, ha logrado cercenar la facultad de comunicación del hombre con su hermano, maniobrando con no sé qué argucia legalista. Si esa argucia vale, que cierren entonces sus templos y silencien sus sermones públicos, de esa manera estaremos todos en condiciones de meditar en silencio. Estos sacerdotes paganos encabezan la persecución y la violencia. Así lo hacen porque toda denuncia pública contra ellos debe ser acallada. La palabra que hoy ahogan será escuchada en el futuro, pero sus palabras serán ahogadas para siempre. Esta oligarquía clerical, anticristiana y pagana ha entendido que su reino es de este mundo. Ha entendido que no puede repartir sus bienes entre los pobres. Por consiguiente habiendo falseado su destino, de ella no ha de quedar en pie sino el recuerdo de una casta oprobiosa que trató de dividirse para subsistir, en dos líneas igualmente malintencionadas: la de los jerarcas conservadores y la de los politiqueros arribistas. Yo digo que desde hoy, habiendo salido el hombre de esta Tierra hacia otros mundos, hacia el cosmos, sólo hallará equilibrio en la Religión Interior. Desde hoy, toda religión que apegue al hombre a cultos y ritos, miente. En otras épocas el espíritu necesitó de apoyos, pero hoy se apresta a marchar solo, sin custodia de sacerdotes, sin cercos de templos. Únicamente la Religión Interior servirá a los hombres en su evolución futura. Dios ha muerto en los templos, ha muerto en las imágenes, ha muerto en sus representantes... pero ha renacido en el corazón sencillo del hombre americano. En esta América, continente largo, por fusión de pueblos y de razas nace un contenido y un significado para devolver al mundo. América helada y abrasada, desierta y plena, encrespada y hundida, ha sonado la hora de tu misión. ¡Despierta y levántate! ...Allí, en los otros continentes el paganismo hace desiertas a las ciudades pobladas y el desierto crece cubriéndose de escombros y de máquinas. También la máquina será bendición cuando los hombres cuenten con el espíritu de América. Hoy se trata de liberar el espíritu de América. Pero esa liberación violenta que predicas, es una nueva división en la conciencia del hombre americano. Tú quieres sacudirte el Imperio mediante la fuerza, y a él le interesa que uses la violencia porque así te divide. No des coces contra el aguijón, porque éste más se aguza mientras tú te hieres. Si tú y tus hermanos se unen en una misma fe, ¿a dónde clavará el guerrero su aguijón? Cuando una misma idea sople como huracán por toda América, no habrá imperio en el mundo capaz de mantenerla esclavizada... Sé que todavía no me comprendes. Te preguntas: Cómo es posible que una religión interior hermane a los hombres? ¿Cómo es posible que a la opresión y la violencia se las derrote por medio de la Paz? Cuando todos los intentos sean gastados, cuando tu vieja lucha, esté perdida, buscarás la paz y entonces la violencia será dentro del Imperio y caerá. Pero comprende bien: todo depende de tu liberación interior, de tu paz interior. El resto se producirá a consecuencia de ello». 20 de Julio de 1969. |
En un barrio obrero de la ciudad de Córdoba se esperaba a Silo. Pocas horas antes se impedía la concentración del pueblo en el lugar escogido. Las emisoras trasmitían comunicados alertando sobre la prohibición del acto... Pero demasiado tarde. Esta vez se desencadenó la violencia y los seguidores fueron agredidos injustificadamente. No obstante el pacifismo manifiesto de la multitud, hubo no menos de sesenta detenidos. Los informes oficiales dieron cuenta de «pequeños grupos» y de «once detenciones». Las cámaras de T.V. captaron, y luego difundieron, un cuadro distinto. Silo reunió esa noche en un local cerrado a un centenar de simpatizantes. Se permitió la entrada solamente a las personas más próximas. En esa oportunidad dijo: «He dicho y repetido más de una vez; que respondiendo al pedido de quienes desearon oír mi palabra, traté de expresarla. Que esto se haya podido realizar o no, es un simple accidente. Lo que si me parece importante, es destacar que aquí no hay un maestro, ni un guía, ni un líder. En todos los casos respondí al llamado y traté de comunicar mis experiencias, pensando que podrían servir para que cada uno las confrontara con las propias. Pero aquel que de esas palabras ha hecho un dogma, agregó un nuevo eslabón a su cadena. Cada uno es su propio maestro en las experiencias fundamentales y cada uno tiene derecho a comunicarlas a otros. Impedir lo segundo es además de tontería, señal de brutalidad. Confundir la expresión con una enseñanza es en ocasiones un error, en ocasiones debilidad interior. En las cosas del espíritu, pueden darse algunas herramientas pero en definitiva uno mismo es el artesano, uno mismo realiza su experiencia. Quien no comprende que un Maestro o un dogma o una religión no salvan a la propia conciencia, no comprende entonces el sentido de la experiencia que trato de comunicarle y a la vez (por este hecho) queda demostrado que mi intención ha fracasado. En tal situación de mal entendido, es preferible que no escuche lo que digo a que deforme mis palabras, porque esto último induce el error en otros que también están en la búsqueda. Cuando digo: «Siente, piensa y actúa en la misma dirección» estoy exhortando a que se realice una nueva experiencia de la que cada uno debe extraer sus consecuencias. Cuando invito a la meditación, sugiero que cada cual experimente el silencio y escuche la voz de su conciencia. Cuando digo: «Actúa sin violencia» doy referencias para que las experiencias fundamentales tengan un ámbito en el cual echar raíces. Algún teórico ha dicho que esto es un simple eticismo, pero me parece que tiene más grandeza que el eticismo, dado que tales sugerencias tienen como finalidad, poner una situación humana desde la cual cada uno pueda hacer su propio lanzamiento o su propio buceo según le parezca. Otros objetan que aquí no hay un nuevo mensaje. Si la palabra «mensaje» quiere decir para ellos «enseñanza» tienen razón. Si se refieren en cambio a la comunicación de experiencias, creo que se equivocan. Que el lenguaje a fuerza de conocido resulte viejo, no implica que las expresiones cobren nuevo significado cuando, desde luego, hay otra conciencia haciendo esfuerzos por abrirse a significados nuevos. Por otra parte, ¡qué insustancial resulta el juicio por la novedad como si se tratara de vender el último modelo de un refrigerador! Amigos míos: para saber de qué estamos hablando es necesario aprender a escuchar y esto es muy difícil porque debe acallarse el «ruido» interno que todos hacemos de continuo, acostumbrados como estamos desde la niñez a objetar y discutir algo antes de comprender de qué se trata. Casi todos los presentes están familiarizados con estos razonamientos, pero precisamente por esto puede ser que muchos estén adormecidos a una forma de ver y sentir todo de un modo nuevo, de un modo sin memoria, sin acondicionamiento. No ignoro que la transmisión de las experiencias debe adecuarse al lenguaje que cada uno es capaz de asimilar, no se critique luego que utilizo distintos niveles de expresión según sea aquél que me escucha. Aun cuando se empleen distintos niveles, el sentido final es siempre el mismo, así se lo arregle como conjunto de preceptos morales o se lo explicite de un modo más o menos culto. Pero mi intención al llamarlos aquí no ha sido la de hablar de estos asuntos, sino la de trabajar con ustedes a fin de lograr la inmediata liberación de las personas detenidas en barrio Yapeyú. Veamos cómo logramos esto...». 26 de Septiembre de 1969. |
Hacia fines de octubre, Silo había sido invitado a Lima, Santiago y Montevideo simultáneamente. Pocos días antes explicó que en Buenos Aires haría el último intento de hablar públicamente y que en caso de impedírselo abandonaría la prédica. En la ocasión que mencionamos, sus palabras fueron: «Si es falso lo dicho hasta aquí, pronto desaparecerá. Si es verdadero, no habrá poder capaz de detenerlo. En ambos casos, ¿a qué seguir hablando?». Pese a la persecución y la distorsión, Silo había lanzado su mensaje. El 1º de noviembre de 1969 desaparecía de la vida pública, cumpliendo lo prometido |