Anna Kingsford

Anna Kingsford

Kingsford Anna

Pocas vidas han sido tan increíbles como la de la doctora Anna Kingsford, tanto por haber sido extraordinaria como por ser también ligeramente inconcebible. Teosofista, profeta declarada, feminista, vegetariana, madre y mujer con mucho encanto personal, resulta imposible clasificar a Kingsford. Esto puede explicar su ausencia destacada de los estudios victorianos contemporáneos. Como vegetariana, aparece brevemente en textos sobre el vegetarianismo. Como teosofista, se le ha dedicado un párrafo o dos en estudios teosóficos. En cualquier caso, estudios avanzados sobre Kingsford nos pueden decir mucho acerca del ocultismo victoriano (occultism) y del papel que las mujeres se han forjado dentro de él.

Annie Bonus nació el 16 de septiembre de 1846 en Essex, Inglaterra, en una familia de clase media. Su primer trabajo fue Beatriz: un cuento de los primeros cristianos publicado cuando tenía 13 años. Continuó con un estilo de vida bastante independiente y educado, a pesar de tener casi siempre mala salud, y se casó con su primo Algernon Godfrey Kingsford cuando tenía 21 años, dando poco después a luz a una niña. Influenciada por su marido, Anna siguió seriamente el Catolicismo, relatando que se le aparecía María Magdalena. Implicada también en los derechos de las mujeres, Anna se introdujo en el Espiritualismo (spiritualism) por medio de un amigo defensor de la Ley sobre las propiedades de las mujeres casadas (Married Womens Property Act). Durante estos años de cambio espiritual, Anna también editó brevemente el periódico progresista El propio periódico de las damas y se convirtió en vegetariana. En 1873, Anna comenzó a comunicarse con un individuo igualmente abierto de mente cuyo nombre era Edward Maitland. Éste era un novelista e intelectual espiritual que compartía muchas de las opiniones de Kingsford sobre interpretaciones alternativas sobre el Cristianismo y la política liberal. Kingsford y Maitland serían prácticamente inseparables para el resto de sus vidas, y cuando Anna comenzó con las visiones y los sueños místicos, Edward se convirtió de facto en su intérprete y transcriptor.

Anna decidió comenzar la carrera de medicina, fundamentalmente para estudiar vegetarianismo y promover sus creencias en la anti-vivisección. Sin embargo, también estaba presente el deseo de probar que las mujeres estaban capacitadas para el pensamiento racional y las habilidades complejas. Debido a que no estaba permitido a las mujeres estudiar medicina en Inglaterra por aquel entonces, Anna se vio obligada a viajar de Londres a París para cumplir con las exigencias, que a lo largo de los años amenazaron significativamente su ya delicada salud. Siguió teniendo visiones y creyendo que se comunicaba con espíritus o «genios» que revelaban verdades sobre la otra vida y el modo correcto de vivir para los humanos. Una colección de sus revelaciones espirituales y de las de Maitland se publicó en 1882 titulada El camino perfecto, o el encuentro con Cristo. Sería el único texto de sus iluminaciones místicas publicado durante su vida. Complejo y revolucionario, el libro explicaba la mala interpretación y el mal uso de los textos bíblicos a lo largo de los siglos y el potencial del Cristianismo que debía estar menos ligado a la tradición y al clero. Captó la atención de la recién formada Sociedad teosófica británica y Kingsford fue pronto elegida presidenta. Sin embargo, una controversia sobre su interés en el texto cristiano, por oposición al Hinduismo y al Budismo, así como su conflicto con Alfred Percy Sinnett la llevaron a separarse del grupo y a formar la Sociedad hermética en 1884.

La salud de Anna empeoró a medida que su campaña por los derechos de los animales y sus estudios médicos se convirtieron en una carga cada vez más pesada. Anna falleció el 22 de febrero de 1888, estando presente Maitland. Después de su muerte, Edward dedicaría el resto de su vida a organizar y publicar sus obras, conducentes a la biografía descomunal Vida de Anna Kingsford en 1896. El resto de su correspondencia y notas se destruyeron.

Aunque los eruditos contemporáneos del feminismo y de la religión raramente mencionan el legado de Kingsford, su influencia aparece en figuras ocultistas bien conocidas como Alesteir Crowley y en el reciente movimiento espiritual femenino decimonónico.

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